viernes, 22 de marzo de 2013

La culpa la tiene Gauss

Quizá esté mal que lo diga, pero yo he sido una estudiante de buenas notas. Durante muchos años de trabajo pensé que las evaluaciones se habían terminado. Luego vino la moda de evaluar en las empresas, para descubrir tus potencialidades ocultas, diseñarte una "carrera profesional", compararte con el resto (esto sí que es feo, feo,feo) y, por último, darte un dinerillo extra según hayas sido evaluado. En mi caso lo calificaría de ínfima propinilla, porque estoy en uno de los puestos más bajos de la escala bancaria. Eso sí, envidiado por todos los directores, que no se cansan de decir "qué suerte tienes, tú sí que estás tranquila, te vas a casa a comer..." pero que, por supuesto, serían incapaces de vivir con mi sueldo. Ya se han acostumbrado a varios coches en casa, comidas y vinos de postín y vacaciones, si no para disfrutar, sí para fardar.

Durante muchos años he sido muy bien evaluada. Me ponían un notable alto, para que os hagáis una idea, porque el baremo de cada empresa tiene sus peculiaridades. Hace unos dos años cambiaron los jefes en mi sucursal. Tengo a Augusto de director (sí, ese que da la mano ostentosamente a los clientes) y a Lupe de subdirectora (Lupe es auténtica "fan" de los bolsos caros y de la pasarela Cibeles, pero yo luzco mucho mejor mi ropa económica). En fin, al grano, que me disperso con mis críticas malvadas.

Ahora trabajo mucho más y realizo tareas que debería hacer un jefe, como abrir la caja fuerte, por ejemplo. Creo que los jefes ni siquiera recuerdan ya la clave. Quizá debiera sentirme orgullosa por lo que confían en mí. Pero ellos deberían traducir esa confianza en unas calificaciones con un poco más de "vidilla".

La primera vez que me calificó Lupe creo que lo hizo como quién rellena una quiniela. Pero sí tuvo muy claro que me tenía que suspender en "trabajo en equipo". Yo, en su opinión, no era tolerante con los compañeros ni miraba por el éxito del conjunto. Y como colofón decía que me faltaba flexibilidad para asumir nuevos roles en la sucursal.

Hablé con ella, claro, que una tiene su dignidad. ¿Cómo, haciendo lo mismo, o más, antes era buenísima y ahora no? Además, ardía en deseos de que me explicara cuales eran mis nuevos "roles". Me parecía imposible que a Lupe se le hubiera ocurrido esa frase tan contundente.

-¡Ah, lo de los roles! -me respondió Lupe con displicencia- es que tenía que poner algo y me dijo Augusto que pusiera esa frase.

En fin, dudo que supiera el significado que da el diccionario a la palabra rol.

Rol: del inglés role, papel de un actor, y éste del francés rôle. Papel, función que alguien o algo cumple.

Pero analizando la etimología de esta palabra, tengo claro por qué me valoraron mal y me siguen poniendo un mísero aprobado año tras año.

Yo no actúo, ni hago la pelota, digo las cosas como las siento, con educación, eso sí. Si me parece que los jefes pierden el tiempo reuniéndose todos los días dos horas, bien encerraditos en un despacho, cuando ya hay clientes fuera, lo digo. Si mi horario es de x horas, las cumplo y trabajo al máximo en esas horas, no dejo tareas para luego, para ocupar horas extras por la tarde, como hacen casi todos los jefes, coaccionados por sus superiores. En Banca no se pagan las horas extras, es dinero regalado a la empresa y estafado a la Seguridad Social. 

Para que en estas evaluaciones subjetivas y absurdas pongan una buena nota hay que actuar, ese es el secreto. Hay que "venderse", como dicen los modernos "gurús" del márketing. Importa más la apariencia que la esencia. Y, por supuesto, en esta actuación para conseguir la mejor calificación no se puede ser crítico en absoluto. Que luego todo se sabe. (Imagino que ya sabréis que Lupe y Augusto son nombres ficticios, aunque ellos sí son reales)  

Pero es que además, incluso si mis jefes decidieran poner unas notas excelentes a todo su "equipo" (ahora la palabra equipo llena los discursos de cualquier jefecillo de medio pelo), sus superiores (directores de área, de zona, de territorio...llamadlos cómo queráis) podrían llamarles al orden para que rebajaran la nota.

Y esto se hace por una cuestión matemática. Normalmente, cualquier resultado estadístico se representa en forma de campana (campana de Gauss). En un extremo habría un numero bajo de suspensos, en otro un número pequeño de gente excelente y en la zona central, la más abombada, un mayor porcentaje de gente con valoraciones medias. (Quizá cuando mi hijo lea esto me llame al orden por esta explicación matemática tan poco seria) Pero la campana surge al final, de forma natural, una vez que se juntan todos los resultados de todo el personal del Banco.





Lo que estos listos pretenden es que cada sucursal (a veces minúscula) tenga su propia campana. Si hay tres empleados uno ha de ser bueno, otro malo y otro medianito. Y los que han de ser excelentes ya vienen marcados desde arriba porque, posiblemente, algún jefazo tiene pensados para ellos grandes planes de promoción laboral.

Con lo cual el sistema, aparte de usar parámetros claramente subjetivos, de difícil medida, está ya desvirtuado desde su base, pues, en cascada descendente, (jefazos, jefes, jefecillos), van forzando el resultado deseado. Quieren una campana, pero no esperan a un surgimiento fruto de la pura estadística, sino que la fuerzan orientando las calificaciones.

Si todos tenemos un ordenador ¿No sería fácil controlar todo lo que hace cada uno a lo largo del día? Número de ingresos, pagos , transferencias, llamadas atendidas de clientes, ausencias del puesto, tiempo medio de atención al cliente, cuentas abiertas, depósitos... Para eso están las nuevas tecnologías, para facilitar una valoración objetiva. Así no tendrían que dejar en manos de Lupe decidir si yo "adapto los procedimientos a las situaciones nuevas", "participo en proyectos desafiantes", "gestiono bien el estrés" o "tengo una adecuada autoexigencia", que estas son algunas de las perlas que aparecen entre los epígrafes que han de valorar.

En el fondo no me extraña que haga quinielas. Y, ante mi queja, para justificarse y porque, seguramente, era cierto, me dijo.

-Si vieras cómo me han evaluado a mi...

Así es la vida. El que sufre novatadas, las vuelve a hacer. El que es agredido se convierte en agresor. Si a Lupe le ponen mala nota, ella no me pondrá un notable.

4 comentarios:

  1. Veo que esto de las evaluaciones y la campana de Gauss como responsable de lo azaroso de las mismas, no es cosa específica de mi empresa. A mí me comunicaron mi evaluación el jueves pasado y también me han puesto un aprobado, aduciendo que el jefe del jefe de mi jefe había dicho, por teléfono, para poder negarlo si alguien le acusa, que las evaluaciones tenían que distribuirse según la curva gausiana.
    Reconozco que mi productividad del último año no ha sido espectacular, pero el caso es que yo hago lo que me piden que, habitualmente es completamente inútil. No obstante los criterios de evaluación son arbitrarios y, además, para valorar cosas como las que tú mencionas (casi todas con el verbo "gestionar" de por medio) no hay modo de hacerlo objetivamente (yo mismo no sabría evaluar esas chorradas de mi propia persona).
    Es todo un paripé más, algo que tienen que hacer anualmente los que ostentan cierta responsabilidad porque lo marca una metodología absurda y extremadamente abstracta que queda muy bonita para ser contada en una charla, pero que no hay manera de llevarla a la práctica de una manera realista.
    Al final en todas las grandes empresas (no sé si en las pequeñas también hacen estas memeces) se trabaja con el único objetivo de generar la ingente cantidad de documentos absurdos que alguien decidió que hay que generar anualmente. Si su contenido es útil o inútil, falso o verdadero, o si el trabajo que cuesta hacerlos genera algún beneficio o sólo provoca perjuicios, eso no le importa a nadie. El caso es poder contar con montones de dosieres anuales que presentar a los accionistas o a qué sé yo quién.
    Todos estos comportamientos están generando una nueva burbuja (nuestra sociedad parece un jacuzzi de tantas burbujas como creamos): la de la apariencia de control que, en realidad esconde un tremendo descontrol rodeado y potenciado por una burocracia desmesurada e inútil.
    A casi todo el mundo (menos a ti, a mí y a algunos pocos más) le priva la idea de desempeñar cargos de gestión, pero si les preguntas, realmente no saben en qué consistirá o consiste su labor. Se deshacen de gozo al decir frases como: "mi gente", "llevo un grupo de varias personas", "gestiono un proyecto muy ambicioso, con fechas agresivas", "voy a lanzar el kick-off del nuevo proyecto", "ayer estuve hasta las tres de la madrugada contestando correos en casa", "necesito café en vena para ser persona", etc.. Pero luego no saben lo que tienen entre manos.
    Su misión consiste en preguntar a los demás qué porcentaje de sus tareas han completado (saber en qué consisten no interesa) y qué adelanto o retraso sobre lo planificado (planificación hecha al tuntún) está habiendo, para luego convocar reuniones (si son en otra ciudad, mejor) y contárselo a otros que tienen más responsabilidad (siempre ficticia) y tienen menos idea aún de lo que se hace bajo su mando.

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  2. ¡No me puedo creer que lo de la campana de Gauss se dé en todas las empresas! Suscribo al 100% lo que dices, meteorismo. La informatización no ha simplificado el trabajo, ha generado mucha más burocracia. Para cualquier tontada tienes que rellenar unas hojas de cálculo que son para morirse. Y los papeles los hay que seguir guardando y enviando a montones de sitios por quintuplicado.
    Me gustaría conocer a alguien que esté muy, muy, bien evaluado. Para aprender de él, por supuesto. Ja, ja, ja.

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  3. Queridos Meteorismo Galáctico y Zarzamora:

    Yo trabajo en la Administración. Soy funcionario de carrera y también cliente de una entidad bancaria.

    En cuanto a la evaluación, todavía no he tenido ninguna, aunque llevo 35 años trabajando como funcionario. Pero aun sin experiencia, estoy de acuerdo con vosotros.

    Como cliente de mi entidad bancaria, os diré que en la sucursal número 1, con tres empleados: Director, Subdirector y ventanillero, uno se merecía un 10, el Director, a los otros dos les suspendo con 3 y 4. Muchas veces le encuentro solo, los otros están de baja o tomando café. Lo mismo me atiende en su despecho, que en la mesa del Subdirector, que en la ventanilla. Es un fenómeno.

    En la sucursal número 2, son 5 o 6 en total, pero parece que a diario representan una obra teatral: Si parece que llevas dinero te sientan en el mejor sillón, si no tienes que esperar de pie en el vestíbulo. Les veo que salen a comer 3 o 4 de ellos y vuelven a la sucursal a las 17h. 30', donde a través del cristal se ve luz en sus despachos hasta casi las 21 horas. Sí parece que trabajan mucho pero, estoy seguro, que en parte es para planificar cómo engañar al cliente. Yo mismo puedo testificar haber sido engañado por el Director de esa sucursal. Así pues, dado que he sido tratado bien cuando llevaba mucho dinero y mal cuando llevaba poco, además del engaño del Director, pues lo siento pero, una chica aprueba con un seis, pero los otros cinco suspenden.

    En la sucursal número 3, que cuenta con seis empleados, no hay color. Otro diez, esta vez la ventanillera, es una artesana de la banca, como los antiguos artesanos que trabajaban la madera, el cuero, el mimbre, u otros materiales. Esta artesana, en su ventanilla es todo amabilidad, eficacia, sinceridad, rigor en la ejecución de su trabajo, cada euro a su sitio, cada cheque a su lugar, cada pregunta respondida con profesionalidad, además que es ¡guapa y alegre la chica!,. Los otros cinco empleados, para qué explicar, tres suspensos incluido el director y dos cincos, aprobados por caridad.

    Así que veamos cuál es mi campana:

    Dos han sacado un 10, uno un seis, dos un cinco y diez me suspenden. Pues aplicad fórmulas y a ver qué campana sale. Yo soy de letras, pero sospecho que va a salir un churro, no una campana.

    Por cierto, en cuanto a lo que es mi trabajo y domino, veo lo siguiente: los organismos autónomos y ayuntamientos engañan a las Comunidades Autónomas, estas engañan al Estado, el Estado engaña a la Comunidad Económica Europea y, ¡claro!, a España la han pillado engañando a Europa, ese es el problema. Pero ¿Quién es España?, pues está claro: Los Españoles. Y ahora nos vigilan y nos piden devolver lo indebidamente apropiado con engaños.

    Un abrazo

    P.D.: Ya sé que la palabra ventanillero no se encuentra en el Diccionario de la RAE, pero queda bien, me gusta, y como el idioma es un ente vivo: las palabras nacen, viven, crece su uso y acaban muriendo, pues la utilizo.

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    1. A mí me gusta la palabra ventanillera y me denomino así. Completamente de acuerdo en tus apreciaciones. Yo también veo cómo muchas veces se aplica eso de "tanto tienes, tanto vales". ¡Qué pena no tener opciones a ser la ventanillera de tu sucursal número 3, no coincidimos los empleados! Me gustaría que alguien me llamara "artesana" de la ventanilla. Lo que te puedo decir es que, cuando vuelvo de mi ratito de descanso, todos los clientes que hay en ese momento en la cola suspiran aliviados y murmuran "menos mal" Quizá si les preguntaran también me pondrían buena nota. Gracias por tus comentarios y espero que sigas participando. Un abrazo.

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